domingo, 7 de diciembre de 2014

AMÓS. CAPÍTULO 7.



 Visiones (Ex 32; Nm 14)

7 1Esto me mostró el Señor: Preparaba la langosta cuando comenzaba a crecer la hierba (la hierba que brota después de la segazón del rey); 2y cuando terminaba de devorar la hierba del país, yo dije: Señor, perdona: ¿cómo podrá resistir Jacob si es tan pequeño? 3Con esto se compadeció el Señor, y dijo: No sucederá.
4Esto me mostró el Señor: El Señor citaba a un juicio por el fuego que devoraba el gran Océano y devoraba la Finca: 5yo dije: Señor, cesa, ¿cómo podrá resistir Jacob si es tan pequeño? 6Con esto se compadeció el Señor, y dijo: Tampoco esto sucederá.
7Esto me mostró el Señor: Estaba en pie junto al muro con una plomada en la mano. 8El Señor me preguntó: -¿Qué ves, Amós? Respondí: -Una plomada. Me explicó: -Voy a echar la plomada en medio de mi pueblo, Israel; ya no pasaré de largo; 9quedarán desoladas las lomas de Isaac, arruinadas las ermitas de Jacob; empuñaré la espada contra la dinastía de Jeroboán. 

Amós y Jeroboán (Jr 21-22; 36) 

10Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán, rey de Israel:
-Amós está conjurando contra ti en medio de Israel; el país ya no puede soportar sus palabras.
11Así predica Amós: «A espada morirá Jeroboán, Israel marchará de su país al destierro» ...
12Amasías ordenó a Amós:
-Vidente, vete, escapa al territorio de Judá; allí te ganarás la vida, allí profetizarás; 13pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el templo real, es el santuario nacional.
14Respondió Amós a Amasías:
-Yo no era profeta ni de un gremio profético; era ganadero y cultivaba higueras. 15Pero el Señor me arrancó de mi ganado y me mandó ir a profetizar a su pueblo, 16Israel. Pues bien, escucha la palabra del Señor:
Tú me dices: No profetices contra Israel, no vaticines contra la casa de Isaac.
I7Pues el Señor dice:
Tu mujer será deshonrada en la ciudad, tus hijos e hijas morirán a espada; tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en tierra pagana, Israel marchará de su país al destierro. 

EXPLICACIÓN.

7,1-9 Entra una serie de visiones, que se prolonga en 8,2-3 con regularidad formal y con cambio de forma en 9,1-4. En otros términos, tenemos cuatro visiones interrumpidas por un episodio narrativo sobre la actividad del profeta. Las visiones, más que serie, son proceso: en las dos primeras Dios no pregunta, y el profeta intercede con éxito; en otras dos Dios pregunta y el profeta no intercede. La tercera anuncia lo inevitable, la cuarta anuncia su cercanía. 

Interceder es parte de la misión profética: Ex 32; Nm 14; Jr 14-15. El Señor hace al profeta confidente de sus planes (3,7) precisamente para que se interponga con la súplica. Si Dios detesta el fasto y la soberbia (6,8), se deja conmover por la pequeñez (Gn 19,20- 22). Amós se hace intérprete de ese extraño valor, frente a la estimación superficial de los israelitas. 

7,1-3 Para la plaga de langosta véase en particular JI 1-2. Está en peligro el sustento del año próximo para el pueblo, no las comilonas de los ricos (6,4). 

7,4-6 Trátese del océano subterráneo de agua dulce (Gn 33,13) o del océano que representa el caos hostil (Is 51,10), el asalto del fuego constituye una catástrofe cósmica. Frente a sus dimensiones, ¿qué podrá la menuda Finca, el territorio de Israel? 

7,7-9 La plomada invierte su función y sirve para destruir (Is 34,11). El edificio amenaza ruina y no se mantendrá en pie (Is 30, 13). No entendemos la alusión a las "lomas" o altozanos del patriarca Isaac. El Jeroboán mencionado, si no es recuerdo histórico, ha de ser el segundo de ese nombre, el rey contemporáneo de Amós. Así lo ha entendido el compilador del libro, que introduce aquí un episodio que concierne al rey y al profeta. 

7,10-17 Estamos ante un episodio capital para entender la misión del profeta en este y en otros casos. Casi todo el relato discurre en intervenciones orales, con citas dentro de las citas. Para entender la cuestión, empezamos por observar a los personajes y sus oficios: Jeroboán rey, Amasías sacerdote, Amós profeta, y Yhwh. Es un triángulo de funciones, competencias y relaciones. 

a) El sacerdote es un funcionario real, encargado del santuario nacional, que controla el rey (1 Re 12,25-33). 

b) El sacerdote controla la competencia en su terreno, el templo y, por orden del rey, en todo el territorio. 

c) El profeta, como portavoz del Señor es la instancia suprema (Dt 17-18); un profeta puede legitimar y condenar dinastías. 

Israel se constituye como espacio geográfico cerrado, controlado; es un "reino" cuyo centro está en Betel. Betel es centro cúltico, cerrado, controlado por el rey y el sacerdote. La palabra de Dios irrumpe en ese espacio cúltico, haciéndolo caja de resonancia, hasta que las palabras llenan y desbordan el espacio del "país". El sacerdote intenta defender el espacio de su templo, protegiendo así el espacio de su reino; pero la palabra de Dios penetra, se instala, hasta expulsar a los culpables al espacio ajeno, impuro. 

7,10 Para el sacerdote oficial la predicación de Amós es conjura, no palabra profética. Pero aprecia un peligro real en esas palabras y procura neutralizarlas, primero con la denuncia, después con la expulsión; pero no se atreve a darle muerte. 

7,14-15 Para Amós profetizar no es una profesión, es misión divina. El Señor considera a Israel pueblo suyo. 

7,16-17 Es excepcional la designación Casa de Isaac. La pena vincula familia y campos, el arraigo en un terreno y un nombre.

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