domingo, 7 de diciembre de 2014

AMÓS. CAPÍTULO 5.



Elegía por la casa de Israel 

5 1 Escuchad estas palabra
que entono por vosotros:
una elegía por la casa de Israel.
2Cayó para no levantarse la doncella de Israel,
está arrojada en el suelo y nadie la levanta.
3Pues así dice el Señor a la casa de Israel:
La ciudad de donde partieron mil
se quedará con cien;
de donde partieron cien, se quedará con diez. 

Culto y justicia 

4Así dice el Señor a la casa de Israel:
Buscadme y viviréis:
5no busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal,
no os dirijáis a Berseba;
que Guilgal irá cautiva y Betel se volverá Betavén,
6Buscad al Señor y viviréis.
y si no, la casa de José penetrará como fuego
y devorará inextinguible a Betel. 

Primer ay: justicia en los tribunales (Is 5,1-25) 

7iAy de los que convierten la justicia en acíbar
y arrastran por el suelo el derecho*,
10odian a los fiscales del tribunal
y detestan al que depone exactamente!
11Pues por haber conculcado al indigente
exigiéndole un tributo de grano,
si construís casas de sillares, no las habitaréis;
si plantáis viñas selectas,
no beberéis de su vino.
12Sé bien vuestros muchos crímenes
e innumerables pecados:
estrujáis al inocente, aceptáis sobornos,
atropelláis a los pobres en el tribunal
13(por eso se calla entonces el prudente,
porque es un momento peligroso).
14Buscad el bien, no el mal, y viviréis
y estará realmente con vosotros, como decís,
el Señor, Dios de los ejércitos.
15Odiad el mal, amad el bien,
instalad en el tribunal la justicia:
a ver si se apiada el Señor, Dios de los ejércitos,
del resto de José.
16Así dice el Señor, Dios de los ejércitos:
En todas las calles hay duelo,
en todas las calles gritan: ¡Ay, ay!;
los campesinos llaman para el duelo y el luto
a expertos en lamentaciones;
17en todas las viñas habrá duelo,
cuando pase entre vosotros, dice el Señor
8que creó las Pléyades y Orión,
convierte las sombras en aurora,
el día en noche oscura;
convoca a las aguas del mar
y las derrama sobre la tierra;
su nombre es El Señor;
9lanza la destrucción contra la fortaleza,
y la destrucción alcanza a la plaza fuerte. 

Segundo ay: culto y justicia (ls 1,10-20; 58) 

18¡Ay de los que ansían el día del Señor!
¿De qué os servirá el día del Señor
si es tenebroso y sin luz?
19Como cuando huye uno del león
y topa con el oso,
o se mete en casa, apoya la mano en la pared
y le pica la culebra.
20¿No es el día del Señor tenebroso y sin luz,
oscuridad sin resplandor?
21Detesto y rehúso vuestras fiestas,
no me aplacan
vuestras reuniones litúrgicas;
22por muchos holocaustos y ofrendas
que me traigáis,
no los aceptaré ni miraré
vuestras víctimas cebadas.
23Retirad de mi presencia
el barullo de los cantos,
no quiero oír la música de la cítara;
24que fluya como el agua el derecho
y la justicia como arroyo perenne.
25 ¿Es que en el desierto,
durante cuarenta años,
me traíais ofrendas y sacrificios,
casa de Israel?
26Tendréis que transportar a Sacut y Queván,
imágenes de vuestros dioses astrales,
que vosotros os fabricasteis,
27cuando os destierre más allá de Damasco.
Dice el Señor, Dios de los Ejércitos.

EXPLICACIÓN.

5,1-3 El profeta entona por adelantado la elegía fúnebre por la capital. Una capital puede imaginarse como muchacha hermosa y como matrona. El verso 2 toma la primera imagen, el verso 3, la segunda. A la muchacha caída nadie la levanta, la matrona fecunda se queda casi sin hijos. Los números (Dt 28,62) insinúan que queda un resto; el verbo "salir", partir, sugiere el destierro. 

5,4-6 En 4b-6a tenemos un ejemplo notable de disposición concéntrica o en espejo, según el esquema ABCDCBA. A ello se añaden las paronomasias con los nombres: Guilgal y destierro, Betel y el despectivo con Aven. Como en el caso de Elías (1 Re 18) es hora de elegir: o los santuarios o el Señor -que no se encuentra en los santuarios-; y es una elección de vida o muerte, como la de Dt 30,15.19. Esta invitación parece negar o al menos condicionar la elegía precedente. 

Dos cosas llaman la atención. Primera, la mención de un santuario en el extremo meridional de Judá; segunda, la presencia incendiaria de la "Casa de José", que coincide prácticamente con la Casa de Israel; por eso algunos toman a Yhwh como sujeto y a la Casa de José como complemento. 

5,7-17 Casi todos los comentaristas restauran un Ay al principio, y muchos trasladan el fragmento de himno, 8-9, al final. Aunque la forma, con sus cambios de persona gramatical y de género literario, es irregular, el tema queda patente: la injusticia de los poderosos, especialmente en los tribunales. 

5,7 Los sabores para los hebreos, como para nosotros, son modelos de discernimiento (Is 5,20; 7,15s); también el ejercicio de la justicia es un discernimiento sin discriminación. 

5,10 Las funciones en el proceso israelita no estaban tan definidas como en la tradición romana. Puede referirse al árbitro y al testigo sometido a intimidación (cfr. Sal 12,6). 

5,11 El préstamo con usura estaba prohibido (Ex 22,24; Lv 25,37). Amós supone que esas casas lujosas son fruto de explotación (cfr. Jr 22,13). No disfrutar del trabajo propio es una de las maldiciones clásicas (Dt 28,30s). 

5,13 Suena a comentario en prosa. Es tal la situación, que lo prudente es callarse. Pero el profeta no se ha callado (Miq 3,5-8). 

5,14-15 Exhortación. Bien y mal se especifican en el terreno de la justicia. Tal es la condición para que el Señor esté con ellos. Pero, como ya han quebrantado tales normas, sólo queda la enmienda eficaz y esperar la "compasión" y perdón del Señor. Mencionar el "resto" supone alguna catástrofe ya sucedida. 

5,16-17 No es necesario hacer una lectura cronológica de los versos. En forma de elegía presente se anuncia el castigo futuro. El duelo, que sonó primero en boca del profeta, se extenderá por los rincones del campo y la ciudad y exigirá una movilización de expertos. El nuevo paso del Señor será de castigo: compárese con Ex 12,12. 

5,8-9 Aceptada la trasposición, el Señor pasa con sus atributos de señorío cósmico e histórico. Él puede abolir o derogar las leyes que estableció, alterando el orden natural. No se le resistirán las fortalezas humanas. 

5,18-20 Oráculo polémico contra una concepción optimista del día del Señor. En principio se podría entender el día como una fiesta litúrgica: de reconciliación (Lv 16) o de festejo gozoso. Nunca se llama una fiesta técnicamente "día del Señor'; pero los versos que siguen, también polémicos, hablan de fiestas. En términos militares, se espera una salida victoriosa del Señor; pero su paso será de castigo. Del día se espera que traiga la luz (Sal 57), no será así aquel día del Señor. Una parábola minúscula ilustra esa fatalidad, que culmina en el enemigo más peligroso, la serpiente.

5,21-24 Con bastante claridad plantean estos versos un problema capital y duradero: la relación entre culto y justicia social. Tema atestiguado en la literatura profética (Is 1,10-20; Jr 7), en los salmos (Sal 50), en la literatura sapiencial (Prov 15,8; 21,3.27; Eclo 34, 18-35,8). Si el hombre practica el culto que él ha inventado para asegurarse el favor de Dios, sin cambiar de conducta, esa práctica es farsa, intento de soborno; Dios no la acepta. La injusticia vicia el culto. 

Como el agua de un río perenne fecunda continuamente la tierra, así la práctica de la justicia ha de fecundar una sociedad. 

5,25 Efectivamente, el decálogo no contiene preceptos cúlticos. Muy diversa es la versión que nos dan Ex, Lv y Nm, que colocan la organización minuciosa del culto en la etapa del desierto.

5,26-27 La referencia a divinidades astrales asirias puede justificarse ya en tiempo de Amós; aunque se comprenda mejor después de la conquista de Samaría. Por otra parte, un delito tan patente de idolatría no corresponde al contexto precedente. Hay razones fuertes para considerar estos dos versos como adición. "Más allá de Damasco" sería Asiria.

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